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¿Animales civilizados? Crítica a Robot Salvaje, la última entrega animada de Dreamworks.

La mayoría de las películas infantiles suelen caer en los mismos tópicos: edulcorar la realidad y tratar a los niños como mentes frágiles, incapaces de enfrentarse a aspectos menos amables de la vida.

En ese sentido, Robot Salvaje (The Wild Robot, 2024), la última entrega animada de Dreamworks, es un refrescante intento de asumir riesgos en un género que rara vez los toma, apoyándose en un guion sólido e inteligente.

Robot Salvaje es una película de ciencia ficción para niños, ambientada en un futuro no muy lejano, en el que la gente convive con robots asistentes que, con simples comandos de voz, realizan diversas tareas, al estilo de Alexa. En este mundo conocemos a la protagonista, Roz, una robot asistente que naufraga en una isla deshabitada, pero llena de vegetación y fauna exuberante.

La feliz ley de la selva

A partir de aquí, observamos cómo Roz se adapta a este entorno salvaje, aprendiendo el lenguaje de los animales para encontrar el camino de regreso a la civilización. Uno de los mayores aciertos de este primer tercio de la película es que la naturaleza de los animales no se edulcora ni se disimula. A diferencia de otras producciones dirigidas al público infantil, donde la muerte es un tema tabú, aquí vemos cómo el ciclo de «comer o ser comido» forma parte de la cotidianidad de los personajes. Es precisamente esta aceptación de la muerte como parte del ciclo de la vida lo que dota al entorno de una autenticidad salvaje y vital, y resulta incluso tolerable para el público adulto

***SPOILER ALERT***

(Recuerda que si no has visto aún la película, todo lo que verás a partir de este punto será un spoiler)

Es en este contexto que Roz comienza a buscar una misión que le dé sentido a su existencia. Al no poder regresar a la civilización, corre el riesgo de caer en una crisis existencial, hasta que un día, una madre zarigüeya le encomienda cuidar al pequeño Brillo, el único sobreviviente de una familia de patos que Roz mató accidentalmente. Esta tarea se convierte en el eje de su viaje emocional y la ancla que evita que se desoriente.

Volviendo a lo seguro

A lo largo de la película se abordan temas complejos como la discriminación, la soledad y la falta de propósito. Cuando Roz finalmente logra que Brillo abandone el nido para continuar su vida, pierde su propósito una vez más, y es aquí donde la película toma un giro más tradicional. Si hasta ese momento la muerte y la renovación eran partes naturales del ciclo de vida, ahora el invierno surge como un enemigo imprevisto. Vemos a los animales refugiándose en sus madrigueras para hibernar, pero el invierno se presenta como algo ominoso, como una amenaza. Ante este nuevo desafío, Roz decide reunir a todos los animales de la isla en un pequeño refugio, donde, siguiendo sus instintos, algunos siguen enfrentándose entre sí para sobrevivir.

El conflicto evoluciona y deja de centrarse en el entorno natural para centrarse en la civilización, que quiere recuperar a Roz, sin importarle que esto implique la pérdida de todos sus recuerdos. En el último tramo de la película, los amigos animales de Roz deben superar sus diferencias y unirse a Brillo, el hijo adoptivo, para salvar a la protagonista. La historia incluso recurre al tradicional «mensaje de superación», pronunciado por Roz: “Para superar las dificultades, debemos hacer algo más que para lo que estamos programados”. Así, la robot rompe sus propios límites y los animales crean vínculos y alianzas contra sus instintos. Este cambio funciona para Roz, pero es menos convincente en el caso de los animales, ya que plantea un dilema: si ahora todos son aliados y se cuidan entre sí, ¿cómo sobrevivirán en la isla? ¿Dejarán de seguir su programación natural? Estas preguntas quedan sin respuesta, lo cual afecta la coherencia del final.

En resumen, Robot Salvaje culmina con el típico «final feliz» hollywoodense, donde ningún personaje importante es sacrificado. Entendemos que resulta difícil mantener hasta el final esta filosofía de aceptación del orden natural en una producción infantil de gran presupuesto, pero quizás existían formas creativas de evitar la contradicción y, al mismo tiempo, cerrar con un triunfo que resonara.

Escrito por: Samantha Nuñez
Instagram: https://www.instagram.com/samantha_nuxx/

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